La bursitis es una inflamación de las bolsas sinoviales, que son unas estructuras que se encuentran entre los huesos y los tejidos blandos de las articulaciones. Las bolsas sinoviales tienen la función de amortiguar y facilitar el deslizamiento de los tendones, los músculos y la piel sobre los huesos. Cuando se inflaman, causan dolor, hinchazón y limitación del movimiento articular.
La bursitis puede afectar a diferentes partes del cuerpo, como el hombro, el codo, la rodilla, la cadera o el talón. Las causas más frecuentes son el uso excesivo de la articulación, los traumatismos, las infecciones o las enfermedades reumáticas. El diagnóstico se basa en la historia clínica, el examen físico y algunas pruebas complementarias como radiografías, ecografías o análisis de sangre.
El tratamiento de la bursitis depende de la causa y la gravedad de la inflamación. En general, se recomienda reposo relativo de la articulación afectada, aplicación de frío o calor local, medicamentos antiinflamatorios y analgésicos, y en algunos casos infiltraciones con corticoides o antibióticos. La fisioterapia puede ayudar a mejorar el estado de la bursitis mediante técnicas como el masaje, la movilización articular, los ejercicios de estiramiento y fortalecimiento, la electroterapia o la terapia con ultrasonidos.
La bursitis es una afección común que puede limitar la calidad de vida de las personas que la padecen. Sin embargo, con un diagnóstico adecuado y un tratamiento integral que incluya la fisioterapia, se puede lograr una recuperación satisfactoria y prevenir las posibles complicaciones.